sábado, 26 de diciembre de 2015

Capitulo 2: Una puta que se vende por caricias



CAPITULO DOS

Una puta que se vende por caricias

Las siguientes semanas las pase encerrada en casa con solo ganas de morirme o de que me  tragara la tierra. No sé cuál de las dos me resultaba más tentadora. Los nervios me revolvían las entrañas y el agobio que sentía no me dejaba a penas respirar. Siempre he sido una persona muy nerviosa, cuando me saque el carnet de conducir tuve que tomarme 7 tilas bien cargadas la noche anterior, no quiero decir cómo me saque la carrera…pues bien, los nervios el agobio y todas estas cosas me impedían ser sociable, y creo que también empezaban a volverme poco higiénica, no quiero hacer pensar cosas raras pero he de admitir que ni me peinaba.
 A ti pareció pasarte totalmente inadvertido mi comportamiento, quería pensar que porque ya estabas acostumbrado y no querías molestar. La verdad es que creo que incluso te gustaba la situación, te sentías más libre y de paso no te incordiaba lo mas mínimo…lo poco que obtuve de ti en esas dos semanas se reducían a menos de un par de besos en la frente…. A mi estas situaciones me molestaban un montón, yo todo lo media con el sexo y es que yo pensaba si es un tío necesitara satisfacer ciertas necesidades…como es capaz de estar dos semanas a pan y agua sin ni siquiera sobarme lo más mínimo. Entonces como la enajenada mental que a veces podía llegar a ser me auto convencía de que simplemente estabas siendo considerado. Debí de haberme golpeado la cabeza mientras dormía o algo así.
-Mira nena ¿de verdad quieres que te diga lo que pienso del? Mira que no te va a gustar eh? Ese es un pánfilo, un amargado, un moscorrofio… apenas un desecho humano que está amargándote la vida. Y encima por lo que me cuentas también un pajotero, tiene que tener la mano derecha dormida de tanto tocar la zambomba, porque ya me dirás sino de que sobrevive…- y así, con esas palabras tan delicadas y bien escogidas me dio Aitana su más humilde opinión sobre ti y sobre nuestra relación. Puedes imaginarte cuanto duró la celebración de nuestra ruptura, creo que aún está celebrándola. Cuando Aitana vio la cara de tristeza y de resignamiento que se me había quedado quiso suavizar el tono:
-lo siento cariño, pero sabes que siempre procuro ser sincera contigo. Creo que estás perdiendo los años más bonitos de tu vida con un tío que ni siquiera te mira como tú te mereces. Solo quiero que sopeses eso.- y como mi cara no mejoro tuvo la única idea que a ella le hubiera devuelto el ánimo y el a lívido- nos iremos de marcha!!!!
El resto de la semana a penas te dirigí la mirada, intentaba hacerme la dolida y la digna de una manera desmesurada para que no quedara duda alguna de lo mal que me sentía o mejor dicho de lo mal que me hacías sentir. Lejos de surgir ningún efecto en ti como siempre parecía no despertar ningún sentimiento. Poco a poco me fui resignando o aburriendo no sé muy bien cuál era el estado de ánimo exacto que tenía, creo que era indefinible, un cumulo de todo.
Ya había entregado el documento para ese proyecto que tenía entre manos, sin haber celebrado nada por cierto, y tú ni siquiera me preguntaste ni una sola vez si había salido bien. Te limitabas a comer y adormir conmigo y poco más. Ni siquiera cenábamos juntos porque simplemente nuestros horarios no coincidían. Tu venias de hacer deporte sobre las diez y te sentabas a la mesa, yo malcomía a cualquier hora mientras seguía dando forma a mi artículo.
Ahora que tengo todo más claro te diré que me sentía como una autentica puta que se vendía por caricias. Mendigaba tu atención y solo buscaba una caricia, un gesto un abrazo que me hiciera sonreír y me proporcionara un mínimo de tranquilidad. Como si eso hubiera cambiado algo.
Mi plan era que me buscaras con un ramo de flores y un regalo de reconciliación y me dijeras lo mucho que te costaba estar sin mí y que se te hacía imposible no dirigirme la mirada. Lo que paso en realidad fue que apenas te veía el pelo y cuando te lo veía era de refilón. Salías de trabajar te ibas a jugar tus partidos, uno tras otro, volvías cenabas y te acostabas. Mi famosa cara hasta el suelo no valía para nada. Mis monosílabos que normalmente eran una pista de que andaba a disgusto y necesitaba que me lamieras el trasero, no valían para nada.
Y así poco a poco un día me di cuenta de que habían pasado dos semanas, dos semanas enteras sin apenas dirigirnos la palabra. Un buenos días, pasamé la sal, por favor tráeme papel higiénico… pero poco más.  Tengo que admitir que yo tampoco puse mucho de mi parte, no sabría decirte muy bien por qué. Supongo que al principio solo quería que fueras tu quien diera el paso, quien me buscara con el rabo entre las piernas, lo de siempre…después simplemente me acostumbre. La primera semana pasaba los días tirada en el sofá, sola en casa, mirando Facebook, o leyendo algún libro. En realidad fueron cuatro. Cuatro libros quiero decir, y me los leí así de corrido. Todos ellos de amor por supuesto supongo que todo era mas bonito en los libros que leía que en mi vida de verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario