domingo, 13 de diciembre de 2015

Capitulo 1



Querido Adrián,
Te escribía estas líneas para decirte que eres un maldito hijo de la gran puta. Un promiscuo y un impotente y si Adrián, tu eres el único capaz de ser ambas cosas a la vez, promiscuo e impotente.
Así es como me gustaría empezar una carta dirigida a ti. En estos momentos son los únicos calificativos que hubiera podido dedicarte, calificativos y descalificativos. No hay más.
Y es que me dejaste en el momento que más te necesitaba. Para ser justa diré, que de haber sido por mí te hubiera necesitado siempre. Yo creía que era una necesidad mutua, ahora veo que no. Aunque si te soy sincera hacia mucho más que ya te habías ido. Estabas distante, esquivo y vivías sumido en ti. Yo no me daba cuenta porque creía que no querías molestarme, que sabias lo atareada que andaba con este nuevo proyecto y querías respetar mi espacio. Que tonta fui adrián.
El día que llegue a casa con la buena noticia tú estabas tirado en el sofá ojeando algún catálogo de coches o motos de esos que tanto te gustaban. Eso y los documentales eran tus pasatiempos preferidos. Yo idolatraba la capacidad asombrosa que tenías para tragarte esos documentales sobre apareamientos y el lince ibérico sin pestañear ni un ojo. Mientras el resto del mundo los sintonizaba simplemente para echar una buena siesta tú disfrutabas desde principio a fin. Cuando más alucinaba era cuando te tragabas la pesca de la trucha o cosas por el estilo. Eso sí que se llevaba la palma… y es que siempre fuiste de gustos raros, que le vamos a hacer, quizás por eso estabas conmigo.
Pues ese día te encontré en el sofá, con tu chándal gris, joder  ese que tan bien te quedaba, y tu barba de tres días. Entre a la carrera por el pasillo y me tire encima de ti, estaba tan ilusionada que no cabía en mi de gozo. Las palabras se me aturullaban. Tú me abrazaste y riendo me preguntaste cuanto me había tocado a la lotería, y ya sabes que no juego, nunca lo hice. Era de esas personas que siempre deseaba que le tocara una sin ni siquiera comprarla.
Te explique qué había pasado la prueba de selección para ese trabaja que me había traído de cabeza todo el mes y te conté que a partir de ese momento tenía dos semanas para entregar un artículo espectacular que dejara a esa revista tan exclusiva con la boca abierta. Competía directamente con dos personas más, dos chicas con cara de intelectuales y muy bien vestidas a las que había conocido en la entrevista esa misma mañana. Tu sonreíste, con esa sonrisa tan tuya que me derretía y me ponía el estómago del revés y me dijiste que estabas seguro de que todo saldría bien y que yo sería la elegida. Tenías un don natural para hacerme sentir bien, para que creyera que estaba a salvo contigo y que nada ni nadie podrían alterar esa estabilidad. Brillante mierda.
La segunda persona a la que llame para contarle la buena noticia fue a mi amiga Aitana. Me encantaba celebrar estas buenas noticias con ella porque las hacia suyas y se emocionaba tanto o más que yo. Eso me encantaba.
-dime nena, ¿Qué pasa?- Aitana contesto desde el sillón de su casa. Eran las cuatro de la tarde y a esa hora siempre estaba reposando la comida en el sillón de su casa. Eso era casi sagrado. Y digo casi porque la única buena razón que podía hacer cambiar su rutina tenía que medir metro ochenta y tener una buena tableta de chocolate. Esa era Aitana. No se contentaba con cualquier cosa.
- ¡he pasado la prueba!
-aaaaaahhhhhhhhhhh qué me dices!!!- Aitana empezó a chillar cual fiera endemoniada. Yo podía imaginarla en el sofá dando saltos de alegría como una niña de ocho años. Como bien he dicho ella era única para ese tipo de celebraciones, y siempre había derrochado energía por los cuatro costados. Al revés que yo, pero eso es otra historia- ya eres toda una articulista nena, que contenta estoy por ti. Tenemos que celebrarlo como dios manda.
-bueno Aitana solo he pasado la primera fase, aun me queda lo más importante, tengo que entregar un artículo de una página entera en dos semanas y tiene que encantarles para que me elijan. Y lo peor de todo es que no tengo ninguna idea increíble todavía.
-bueno bueno, eso es pan comido para ti, y encima tienes dos semanas para que te llegue la inspiración. Tranquila. Confío en ti nena, por eso vamos a celebrarlo con antelación- Aitana no desaprovechaba una, le encantabas las celebraciones, era la excusa perfecta para salir los fines de semana a liarla parda tal como ella solía decir. Por lo visto cada fin de semana tenía algo que celebrar.
-jajaja pero qué dices loca!, no adelantemos acontecimientos que aun puedo estrellarme con todo el equipo. Además, este fin de semana Adrián no tiene planes, no me gustaría salir y dejarlo solo.
Así era yo, más tonta que otra cosa. De que me habrán servido tantas consideraciones contigo…
-bueno bueno, ya lo hablaremos. Y sino me paso por tu casa con una botella de ginebra y después ya buscare mejor compañía. Tú ya me entiendes. Jajajaja. Besos cari, ya hablamos después.
Esa noche yo esperaba algo especial por tu parte, el hecho de haber pasado una entrevista así entre tantísimos aspirantes no era moco de pavo. Además teníamos la mala costumbre de reservar todos los planes especiales para ocasiones importantes y al menos para mí esta era una de esas ocasiones.
A las ocho y media y en vista de que no había proposiciones por tu parte fui a buscarte al dormitorio a ver si a golpe de arrumacos conseguía sacarte algo. Aun no sé muy bien porque pero me encantaba que tu tomaras la iniciativa para todo, y cuando digo todo es TODO. Supongo que me hacía sentir la estúpida sensación de que era importante, especial…aunque yo fuera la que tejía los hilos desde atrás para que tu dieras el paso adelante.
Cuando llegue a la habitación te encontré con tus pantalones cortos y tu polo de deporte, estabas calzándote las deportivas, solo te vestías así para una cosa, no podía ser, ¿enserio?
-¿Adrián?-la pregunta la emití con más sorpresa que otra cosa no pude evitarlo.
-oh cari, ¿se me olvido decirte que iba a jugar al pádel? Alfonso me llamo hace un par de horas supongo que estabas dormida y me olvide, perdona.
La cara de nabo debió de llegarme a tal distancia del suelo que te levantes y me diste un besito en la cabeza que buscaba ser reconfortador pero que en mi despertaba una rabia descomunal y más en momentos como esos. Como odiaba que te volvieras tan cariñoso cuando sabias que algo no me había hecho gracia.
-Anda solo será un ratito no te pongas así-¿así? ¿Así como? Y lo pregunto porque seguía petrificada con la misma cara de gilipollas que me llegaba casi hasta el suelo con lo cual era imposible haberme puesto de ninguna manera.
Cuando conseguí recuperar el control de mi propio cuerpo y de mi cara te dije con una voz lastimera que usaba mucho para el chantaje emocional pero que a ti te importaba una mierda:
-bueno, es que yo pensé…o sea…creía que haríamos algo juntos…
-pero no teníamos planes ¿verdad? ¿O me equivoco?-lo que decía, estabas de una tranquilidad pasmosa, mi voz lastimera había producido en ti una full de Estambul.
-bueno no, pero es que…pensé que haríamos algo especial.
-¿Por qué? ¿Me he perdido algo?-¿enserio Adrián? ¿Tan gilipollas eras o es que te importaba menos aun de lo que imaginaba?
-bueno…mi entrevista- añadí con un hilo de voz apenas audible, raro en mí, pues en ocasiones como estas solía estallar como una energúmena poseída.
-uff mejor que no cantemos victoria, todavía puede pasar cualquier cosa, nunca se sabe.- al menos habías tenido la delicadeza de hablar en plural.
Me quede callada, pues el silencio otorga y además no tenía nada interesante que decir, solo se me ocurrían tropecientos insultos que no hubieran servido más que para que te marcharas igual y yo me quedara peor.
Ni si quiera en ese momento sospeche ni por una milésima de segundo que las cosas estaban cambiando, y es que tú eras así, con ese pasotismo tan tuyo, hay quien hubiera jurado que tenías muy mala folla, pero yo sabía que no, que eras así, sin más y que podías tener tus buenos momentos que por consiguiente también eran buenos para mí.
Ahora pienso que tienes mala folla y unas cuantas cosas más.

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