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Mira Luna
martes, 12 de enero de 2016
lunes, 11 de enero de 2016
sábado, 26 de diciembre de 2015
Capitulo 2: Una puta que se vende por caricias
CAPITULO
DOS
Una puta
que se vende por caricias

A ti pareció pasarte
totalmente inadvertido mi comportamiento, quería pensar que porque ya estabas
acostumbrado y no querías molestar. La verdad es que creo que incluso te
gustaba la situación, te sentías más libre y de paso no te incordiaba lo mas
mínimo…lo poco que obtuve de ti en esas dos semanas se reducían a menos de un
par de besos en la frente…. A mi estas situaciones me molestaban un montón, yo
todo lo media con el sexo y es que yo pensaba si es un tío necesitara
satisfacer ciertas necesidades…como es capaz de estar dos semanas a pan y agua
sin ni siquiera sobarme lo más mínimo. Entonces como la enajenada mental que a
veces podía llegar a ser me auto convencía de que simplemente estabas siendo
considerado. Debí de haberme golpeado la cabeza mientras dormía o algo así.
-Mira nena ¿de verdad quieres que te diga lo que pienso del?
Mira que no te va a gustar eh? Ese es un pánfilo, un amargado, un moscorrofio…
apenas un desecho humano que está amargándote la vida. Y encima por lo que me
cuentas también un pajotero, tiene que tener la mano derecha dormida de tanto
tocar la zambomba, porque ya me dirás sino de que sobrevive…- y así, con esas
palabras tan delicadas y bien escogidas me dio Aitana su más humilde opinión
sobre ti y sobre nuestra relación. Puedes imaginarte cuanto duró la celebración
de nuestra ruptura, creo que aún está celebrándola. Cuando Aitana vio la cara
de tristeza y de resignamiento que se me había quedado quiso suavizar el tono:
-lo siento cariño, pero sabes que siempre procuro ser
sincera contigo. Creo que estás perdiendo los años más bonitos de tu vida con
un tío que ni siquiera te mira como tú te mereces. Solo quiero que sopeses
eso.- y como mi cara no mejoro tuvo la única idea que a ella le hubiera
devuelto el ánimo y el a lívido- nos iremos de marcha!!!!
El resto de la semana a penas te dirigí la mirada, intentaba
hacerme la dolida y la digna de una manera desmesurada para que no quedara duda
alguna de lo mal que me sentía o mejor dicho de lo mal que me hacías sentir.
Lejos de surgir ningún efecto en ti como siempre parecía no despertar ningún sentimiento.
Poco a poco me fui resignando o aburriendo no sé muy bien cuál era el estado de
ánimo exacto que tenía, creo que era indefinible, un cumulo de todo.
Ya había entregado el documento para ese proyecto que tenía
entre manos, sin haber celebrado nada por cierto, y tú ni siquiera me
preguntaste ni una sola vez si había salido bien. Te limitabas a comer y
adormir conmigo y poco más. Ni siquiera cenábamos juntos porque simplemente
nuestros horarios no coincidían. Tu venias de hacer deporte sobre las diez y te
sentabas a la mesa, yo malcomía a cualquier hora mientras seguía dando forma a
mi artículo.
Ahora que tengo todo más claro te diré que me sentía como
una autentica puta que se vendía por caricias. Mendigaba tu atención y solo
buscaba una caricia, un gesto un abrazo que me hiciera sonreír y me
proporcionara un mínimo de tranquilidad. Como si eso hubiera cambiado algo.
Mi plan era que me buscaras con un ramo de flores y un
regalo de reconciliación y me dijeras lo mucho que te costaba estar sin mí y
que se te hacía imposible no dirigirme la mirada. Lo que paso en realidad fue
que apenas te veía el pelo y cuando te lo veía era de refilón. Salías de
trabajar te ibas a jugar tus partidos, uno tras otro, volvías cenabas y te
acostabas. Mi famosa cara hasta el suelo no valía para nada. Mis monosílabos
que normalmente eran una pista de que andaba a disgusto y necesitaba que me
lamieras el trasero, no valían para nada.
Y así poco a poco un día me di cuenta de que habían pasado
dos semanas, dos semanas enteras sin apenas dirigirnos la palabra. Un buenos
días, pasamé la sal, por favor tráeme papel higiénico… pero poco más. Tengo que admitir que yo tampoco puse mucho
de mi parte, no sabría decirte muy bien por qué. Supongo que al principio solo
quería que fueras tu quien diera el paso, quien me buscara con el rabo entre
las piernas, lo de siempre…después simplemente me acostumbre. La primera semana
pasaba los días tirada en el sofá, sola en casa, mirando Facebook, o leyendo
algún libro. En realidad fueron cuatro. Cuatro libros quiero decir, y me los leí
así de corrido. Todos ellos de amor por supuesto supongo que todo era mas
bonito en los libros que leía que en mi vida de verdad.
domingo, 13 de diciembre de 2015
Capitulo 1
Querido Adrián,
Te escribía estas líneas para decirte que eres un maldito
hijo de la gran puta. Un promiscuo y un impotente y si Adrián, tu eres el único
capaz de ser ambas cosas a la vez, promiscuo e impotente.
Así es como me gustaría empezar una carta dirigida a ti. En
estos momentos son los únicos calificativos que hubiera podido dedicarte,
calificativos y descalificativos. No hay más.
Y es que me dejaste en el momento que más te necesitaba.
Para ser justa diré, que de haber sido por mí te hubiera necesitado siempre. Yo
creía que era una necesidad mutua, ahora veo que no. Aunque si te soy sincera
hacia mucho más que ya te habías ido. Estabas distante, esquivo y vivías sumido
en ti. Yo no me daba cuenta porque creía que no querías molestarme, que sabias
lo atareada que andaba con este nuevo proyecto y querías respetar mi espacio.
Que tonta fui adrián.
El día que llegue a casa con la buena noticia tú estabas
tirado en el sofá ojeando algún catálogo de coches o motos de esos que tanto te
gustaban. Eso y los documentales eran tus pasatiempos preferidos. Yo idolatraba
la capacidad asombrosa que tenías para tragarte esos documentales sobre
apareamientos y el lince ibérico sin pestañear ni un ojo. Mientras el resto del
mundo los sintonizaba simplemente para echar una buena siesta tú disfrutabas
desde principio a fin. Cuando más alucinaba era cuando te tragabas la pesca de
la trucha o cosas por el estilo. Eso sí que se llevaba la palma… y es que
siempre fuiste de gustos raros, que le vamos a hacer, quizás por eso estabas
conmigo.
Pues ese día te encontré en el sofá, con tu chándal gris,
joder ese que tan bien te quedaba, y tu
barba de tres días. Entre a la carrera por el pasillo y me tire encima de ti,
estaba tan ilusionada que no cabía en mi de gozo. Las palabras se me
aturullaban. Tú me abrazaste y riendo me preguntaste cuanto me había tocado a
la lotería, y ya sabes que no juego, nunca lo hice. Era de esas personas que
siempre deseaba que le tocara una sin ni siquiera comprarla.
Te explique qué había pasado la prueba de selección para ese
trabaja que me había traído de cabeza todo el mes y te conté que a partir de
ese momento tenía dos semanas para entregar un artículo espectacular que dejara
a esa revista tan exclusiva con la boca abierta. Competía directamente con dos
personas más, dos chicas con cara de intelectuales y muy bien vestidas a las
que había conocido en la entrevista esa misma mañana. Tu sonreíste, con esa
sonrisa tan tuya que me derretía y me ponía el estómago del revés y me dijiste
que estabas seguro de que todo saldría bien y que yo sería la elegida. Tenías
un don natural para hacerme sentir bien, para que creyera que estaba a salvo
contigo y que nada ni nadie podrían alterar esa estabilidad. Brillante mierda.
La segunda persona a la que llame para contarle la buena
noticia fue a mi amiga Aitana. Me encantaba celebrar estas buenas noticias con
ella porque las hacia suyas y se emocionaba tanto o más que yo. Eso me
encantaba.
-dime nena, ¿Qué pasa?- Aitana contesto desde el sillón de
su casa. Eran las cuatro de la tarde y a esa hora siempre estaba reposando la
comida en el sillón de su casa. Eso era casi sagrado. Y digo casi porque la
única buena razón que podía hacer cambiar su rutina tenía que medir metro
ochenta y tener una buena tableta de chocolate. Esa era Aitana. No se
contentaba con cualquier cosa.
- ¡he pasado la prueba!
-aaaaaahhhhhhhhhhh qué me dices!!!- Aitana empezó a chillar
cual fiera endemoniada. Yo podía imaginarla en el sofá dando saltos de alegría
como una niña de ocho años. Como bien he dicho ella era única para ese tipo de
celebraciones, y siempre había derrochado energía por los cuatro costados. Al
revés que yo, pero eso es otra historia- ya eres toda una articulista nena, que
contenta estoy por ti. Tenemos que celebrarlo como dios manda.
-bueno Aitana solo he pasado la primera fase, aun me queda
lo más importante, tengo que entregar un artículo de una página entera en dos
semanas y tiene que encantarles para que me elijan. Y lo peor de todo es que no
tengo ninguna idea increíble todavía.
-bueno bueno, eso es pan comido para ti, y encima tienes dos
semanas para que te llegue la inspiración. Tranquila. Confío en ti nena, por
eso vamos a celebrarlo con antelación- Aitana no desaprovechaba una, le
encantabas las celebraciones, era la excusa perfecta para salir los fines de
semana a liarla parda tal como ella solía decir. Por lo visto cada fin de
semana tenía algo que celebrar.
-jajaja pero qué dices loca!, no adelantemos acontecimientos
que aun puedo estrellarme con todo el equipo. Además, este fin de semana Adrián
no tiene planes, no me gustaría salir y dejarlo solo.
Así era yo, más tonta que otra cosa. De que me habrán
servido tantas consideraciones contigo…
-bueno bueno, ya lo hablaremos. Y sino me paso por tu casa
con una botella de ginebra y después ya buscare mejor compañía. Tú ya me
entiendes. Jajajaja. Besos cari, ya hablamos después.
Esa noche yo esperaba algo especial por tu parte, el hecho
de haber pasado una entrevista así entre tantísimos aspirantes no era moco de
pavo. Además teníamos la mala costumbre de reservar todos los planes especiales
para ocasiones importantes y al menos para mí esta era una de esas ocasiones.
A las ocho y media y en vista de que no había proposiciones
por tu parte fui a buscarte al dormitorio a ver si a golpe de arrumacos
conseguía sacarte algo. Aun no sé muy bien porque pero me encantaba que tu
tomaras la iniciativa para todo, y cuando digo todo es TODO. Supongo que me
hacía sentir la estúpida sensación de que era importante, especial…aunque yo fuera
la que tejía los hilos desde atrás para que tu dieras el paso adelante.
Cuando llegue a la habitación te encontré con tus pantalones
cortos y tu polo de deporte, estabas calzándote las deportivas, solo te vestías
así para una cosa, no podía ser, ¿enserio?
-¿Adrián?-la pregunta la emití con más sorpresa que otra
cosa no pude evitarlo.
-oh cari, ¿se me olvido decirte que iba a jugar al pádel?
Alfonso me llamo hace un par de horas supongo que estabas dormida y me olvide,
perdona.
La cara de nabo debió de llegarme a tal distancia del suelo
que te levantes y me diste un besito en la cabeza que buscaba ser reconfortador
pero que en mi despertaba una rabia descomunal y más en momentos como esos.
Como odiaba que te volvieras tan cariñoso cuando sabias que algo no me había
hecho gracia.
-Anda solo será un ratito no te pongas así-¿así? ¿Así como?
Y lo pregunto porque seguía petrificada con la misma cara de gilipollas que me
llegaba casi hasta el suelo con lo cual era imposible haberme puesto de ninguna
manera.
Cuando conseguí recuperar el control de mi propio cuerpo y
de mi cara te dije con una voz lastimera que usaba mucho para el chantaje
emocional pero que a ti te importaba una mierda:
-bueno, es que yo pensé…o sea…creía que haríamos algo
juntos…
-pero no teníamos planes ¿verdad? ¿O me equivoco?-lo que
decía, estabas de una tranquilidad pasmosa, mi voz lastimera había producido en
ti una full de Estambul.
-bueno no, pero es que…pensé que haríamos algo especial.
-¿Por qué? ¿Me he perdido algo?-¿enserio Adrián? ¿Tan
gilipollas eras o es que te importaba menos aun de lo que imaginaba?
-bueno…mi entrevista- añadí con un hilo de voz apenas
audible, raro en mí, pues en ocasiones como estas solía estallar como una
energúmena poseída.
-uff mejor que no cantemos victoria, todavía puede pasar
cualquier cosa, nunca se sabe.- al menos habías tenido la delicadeza de hablar
en plural.
Me quede callada, pues el silencio otorga y además no tenía
nada interesante que decir, solo se me ocurrían tropecientos insultos que no
hubieran servido más que para que te marcharas igual y yo me quedara peor.
Ni si quiera en ese momento sospeche ni por una milésima de
segundo que las cosas estaban cambiando, y es que tú eras así, con ese
pasotismo tan tuyo, hay quien hubiera jurado que tenías muy mala folla, pero yo
sabía que no, que eras así, sin más y que podías tener tus buenos momentos que
por consiguiente también eran buenos para mí.
Ahora pienso que tienes mala folla y unas cuantas cosas más.
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